lunes, 16 de junio de 2014

La inclusión ¿justicia social?

Este artículo versa sobre la inconexión que hay muchas veces la hora de hablar de inclusión. Como he comentado en uno de los artículos anteriores, cuando se habla de inclusión se tienen más en cuenta a los alumnos con discapacidades (cognitivas, motoras) más a que a personas con diferencias de raza, étnia, sexo, sexualidad, idioma, religión y clase. Al hablar así no proporcionamos una inclusión real. “Quizás en la actualidad una limitación de las discusiones sobre la inclusión aún mayor es la incapacidad de reconocer que las políticas escolares son reflejo de valores de la sociedad más generales, y que las barreras para la educación inclusiva están por tanto profundamente arraigadas en las estructuras social, política, económica e ideológica
(Sapon-Shevin, M. 2007).”
Es difícil detectar el fallo en el sistema inclusivo educativo de un colegio si no se ha enfrentado nunca a un reto de este tipo, pero a veces estos fallos -llámense limitaciones, errores- sólo se descubren cuando hay una discrepancia entre las políticas y práctica de la escuela y las necesidades de un estudiante en concreto. La respuesta de las escuelas públicas a las diferencias suele ser el rechazo, bien proporcionando escusas para la marcha a centros 'especiales' o bien con las reducciones y adaptaciones curriculares. Como consecuencia dejan intactos estos errores o malas prácticas o políticas, en lugar de corregirlos. Cierto es también, que pese a todo, hay muchsísimos estudiantes que a pesar del ambiente hostil son capaces de desarrollarse, pero evidentemente este ambiente no es apropiado ni agradable para nadie.
Me gustaría destacar también el uso de los diferentes términos que acompañan al tema de la inclusión. En primer lugar, la 'normalidad', no tiene una definición universal; lo que es “normal” en un lugar o momentos determinados no o será en otros. Además es usada para establecer límites entre los seres humanos -polifacéticos y que actúan en varios continuos-. Las diferencias son una característica intrínseca de los seres humanos, por lo que no son problemáticas en sí mismas, sin embargo, la actitud que muestra la sociedad ante ellas suele ser negativa, sobre todo si esta se traduce en consecuencias terribles para los considerados 'anormales' o 'diferentes'. En esta sociedad sólo hay una manera "correcta" de ser y todos sus miembros se sienten, en alguna ocasión, comparados y juzgados según un estándar estricto e injusto: caucásico, sin discapacidad, joven, inteligente,exitoso, atractivo, delgado y, preferiblemente, varón (VAN DER KILF, E.& KUNC, N. 1994). Como se puede observar la cantidad de personas en el mundo que cumplen este patrón de normalidad es muy escaso.
Hay una amplia gama de respuestas negativas ante la falta de normalidad, desde las bromas y los comentarios mordaces hasta el genocidio. Esto, no lleva más que a plantearme cómo y dónde se aprende a responder de esta u otra manera a la diferencia, quedando claras las consecuencias de esa educación o falta de la misma. En general, hay semejanzas en la historia de la opresión de distintos grupos, como pueden ser una visión esteriotipada de los mismos, las etiquetas, tergiversación... Aún y con todo, en muchas ocasiones son mismos grupos oprimidos los que oprimen a otros. No es fácil eliminar los prejuicios de los diversos grupos sociales a favor de los demás. La capacidad para cambiar estos prejuicios y por tanto desafiar, tanto comportamientos como políticas comienza, con el conocimiento de los diferentes grupos de población. Al conocer los distintos grupos, no sólo conoceríamos las diferencias, sino que es probable que supiéramos encontrar las similitudes existentes entre nosotros, lo que sería un paso por la comprensión de las mismas.
Ya que el conocimiento es la clave de todo, lo propio es comenzar por la educación. Se debería procurar un ambiente cooperativo, donde todos tengan cabida y se proporcione cierta estabilidad y seguridad. Si el ambiente es así, las diferencias se tratan abiertamente, por lo que se llega a acuerdos y se proponen soluciones. Por otra parte, si ambiente educativo está plagado de hostilidad y dificultades sociales o trato, es muy dificultoso que se rinda en condiciones. Evidentemente es el maltrato dispensado con regularidad por las personas lo que causa esto.
No todo lo que imposibilita o dificulta la inclusión son problemas sociales, también existen muchas contradicciones políticas y legislativas. En la actualidad, la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, es un paso hacia la privatización de la escuela pública. Artículos como los referentes a los diferentes exámenes obligatorios que un estudiante ha de superar para acceder a determinados grados, dificultan la práctica del profesorado, que en lugar de centrarse en el aprendizaje de sus alumnos se limita a los conocimientos para superar una determinada prueba. Esto impide que el currículum se fundamente en las necesidades de un alumnado en concreto al estandarizarlo. De este estándar solo se benefician los estudiantes que aprenden mediante la lectura, al escribir o al escuchar.
Dado que la preparación es el principio de todo, la preparación del profesorado es fundamental, pues prácticas educativas inclusivas se pueden construir pese al sistema legislativo actual.

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