En un artículo, López Melero, aplica un razonamiento lógico, de la
teoría en cual se basan sus investigaciones a un caso concreto;
Alvarito, un chico con síndrome de Down.
En
primer lugar, Alvarito es sacado a colación por su profesora, que
asistió a una ponencia del autor del artículo, Melero. Me gustaría
decir que, al igual que él, también identifico a ambos tipos de
profesorado, e incluso añadiría un tercero: “ sé lo que debería
hacer, pero como es muy difícil hacerlo, no lo hago; lo dejo para
otro momento, lo dejo en manos del compañero, es que el sistema
educativo está fatal...” escusas. En primer lugar para que la
inclusión deje de ser una utopía se debe comenzar por cambiar la
actitud del profesorado respecto al tema y en realidad, no sólo del
profesorado, sino de todos los profesionales y personas, que de una
forma u otra, se relacionan con esos niños con problemas; tanto
médicos, psicólogos, familiares... A la sociedad en general, ya
que, ¿quién no ha tenido cerca un pequeño con problemas?
Básicamente, los comportamientos y actitudes respecto a los niños
con problemas, son negativos. Desde la psicología del desarrollo,
hemos aprendido que dichos comportamientos y actitudes negativos y
contradictorios, harán de él un pequeño con problemas, añadidos a
los que por naturaleza, genética o biología ya poseía.
El
enfoque cultural que Vigostky plantea y que Melero lleva a la
práctica, pone de manifiesto que el cambio en las estrategias de
enseñanza, pueden proporcionar aprendizajes significativos y por
tanto desarrollo, hasta en los niños menos pensados. La cultural es
la única herramienta que posee el ser humano para alterar la
naturaleza que se le presenta, por ejemplo, por cultura y desde
tiempos inmemoriales, cocinamos la comida con fuego para no
comernosla cruda. Si hacemos una analogía con la enseñanza (la
comida); usamos estrategias nuevas y complejas basadas en la cultura
(el fuego), para producir aprendizaje y desarrollo donde antes no lo
había (comida cocinada) en lugar de producir exclusión, segregación
e integración (comida cruda).
"Esta
claro que la ceguera y la sordera, por sí mismas, son hechos
biológicos y en
ninguna
medida son hechos sociales. Pero el educador tiene que enfrentarse,
no tanto a
estos
hechos por sí mismos, como a sus consecuencias sociales... Si las
personas
deficientes
son bien educadas e integradas socialmente, pueden llegar a ser
ciudadanos
útiles
y plenamente ajustados a las exigencias sociales".
(VYGOTSKY, 1995. p, 19).
El
déficit por sí mismo no es más que una limitación, pero dentro de
él está la fuerza para troncarlo en algo positivo. Un ejemplo
práctico de esto es Lizzie Velásquez; cómo la motivación, actitud
y comportamientos de los padres y encontrar dentro del defecto la
fuerza para salir de él es necesario para conseguirlo. Además, hace
referencia a algo a lo que apenas se hace en el artículo, el acoso
escolar que pueden llegar a sufrir los pequeños con problemas en las
aulas.
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