lunes, 16 de junio de 2014

¿Cómo educar a Alvarito?

En un artículo, López Melero, aplica un razonamiento lógico, de la teoría en cual se basan sus investigaciones a un caso concreto; Alvarito, un chico con síndrome de Down.
En primer lugar, Alvarito es sacado a colación por su profesora, que asistió a una ponencia del autor del artículo, Melero. Me gustaría decir que, al igual que él, también identifico a ambos tipos de profesorado, e incluso añadiría un tercero: “ sé lo que debería hacer, pero como es muy difícil hacerlo, no lo hago; lo dejo para otro momento, lo dejo en manos del compañero, es que el sistema educativo está fatal...” escusas. En primer lugar para que la inclusión deje de ser una utopía se debe comenzar por cambiar la actitud del profesorado respecto al tema y en realidad, no sólo del profesorado, sino de todos los profesionales y personas, que de una forma u otra, se relacionan con esos niños con problemas; tanto médicos, psicólogos, familiares... A la sociedad en general, ya que, ¿quién no ha tenido cerca un pequeño con problemas? Básicamente, los comportamientos y actitudes respecto a los niños con problemas, son negativos. Desde la psicología del desarrollo, hemos aprendido que dichos comportamientos y actitudes negativos y contradictorios, harán de él un pequeño con problemas, añadidos a los que por naturaleza, genética o biología ya poseía.
El enfoque cultural que Vigostky plantea y que Melero lleva a la práctica, pone de manifiesto que el cambio en las estrategias de enseñanza, pueden proporcionar aprendizajes significativos y por tanto desarrollo, hasta en los niños menos pensados. La cultural es la única herramienta que posee el ser humano para alterar la naturaleza que se le presenta, por ejemplo, por cultura y desde tiempos inmemoriales, cocinamos la comida con fuego para no comernosla cruda. Si hacemos una analogía con la enseñanza (la comida); usamos estrategias nuevas y complejas basadas en la cultura (el fuego), para producir aprendizaje y desarrollo donde antes no lo había (comida cocinada) en lugar de producir exclusión, segregación e integración (comida cruda).
"Esta claro que la ceguera y la sordera, por sí mismas, son hechos biológicos y en
ninguna medida son hechos sociales. Pero el educador tiene que enfrentarse, no tanto a
estos hechos por sí mismos, como a sus consecuencias sociales... Si las personas
deficientes son bien educadas e integradas socialmente, pueden llegar a ser ciudadanos
útiles y plenamente ajustados a las exigencias sociales". (VYGOTSKY, 1995. p, 19).
El déficit por sí mismo no es más que una limitación, pero dentro de él está la fuerza para troncarlo en algo positivo. Un ejemplo práctico de esto es Lizzie Velásquez; cómo la motivación, actitud y comportamientos de los padres y encontrar dentro del defecto la fuerza para salir de él es necesario para conseguirlo. Además, hace referencia a algo a lo que apenas se hace en el artículo, el acoso escolar que pueden llegar a sufrir los pequeños con problemas en las aulas.

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